Instrucciones para preparar un sándwich

 


Ante todo, y aunque quizás no parezca lógico, usted deberá preguntarse: "¿qué es un ‘sándwich’?" Acto seguido, y en aras de no dejar coja la respuesta a este primer interrogante, también deberá formularse preguntas como: "¿de dónde viene la palabra 'sándwich'?", o “¿qué es mejor: ‘sándwich’ o ‘emparedado’?

 

Si sus ideas al respecto no son claras, usted deberá entonces echar mano de la fuente de información más cercana: su cónyuge, sus padres, sus hermanos, un amigo, un compañero de trabajo. Pero si no confía en ninguno de ellos, como fuente fidedigna de información, acuda a algún tipo de ayuda 'extra', llámese: diccionario, enciclopedia o medio de consulta electrónico. Muy probablemente encontrará (y no es que aquí se le esté ayudando a resolver sus dudas; ésas, no obstante, usted tendrá que resolverlas por su cuenta, para comprobar que lo que aquí se dice atañe a la verdad) que 'sándwich' es una "voz tomada del inglés 'sandwich' –pronunciada corrientemente [sánduich o sánguich]– que designa el conjunto de dos o más rebanadas de pan, normalmente de molde, entre las que se ponen distintos alimentos”. Y que, aunque existen diversas teorías sobre sus orígenes o su procedencia, la versión más extendida está asociada al siglo XVIII y a las manías del aristócrata inglés John Montagu, conde de Sandwich, gran aficionado a las cartas y que, para poder seguir jugando sin ensuciarse los dedos, pedía que a la hora de la comida le sirvieran los trozos de jamón entre dos panes. Ya en cuanto a qué es mejor, si el uso de la palabra ‘sándwich’ o el uso de la palabra ‘emparedado’: ello queda a su elección; sin embargo, la recomendación de los académicos apunta al uso de la palabra ‘emparedado’, puesta en circulación en el último tercio del siglo XIX.

 

Pero más allá de todo esto, un ‘sándwich’ ha de considerarse un suceso extraordinario. Sí. Fuera de ser una actividad culinaria en extremo práctica, un ‘sándwich’ es la posibilidad de tener toda una suerte de alimentos y sabores comprimidos, reunidos en una sola comida. Ser consciente de ello, da la primera pauta a la labor que conlleva preparar un ‘sándwich’.

 

Ahora bien, y para redondear lo anteriormente dicho, dentro de los sucesos que pueden estar ligados a la filosofía misma del ‘sándwich’, guardadas proporciones, encontraríamos los siguientes: inicialmente, las cápsulas o comprimidos de espirulina; según se ha dicho: ‘el superalimento preferido de los astronautas’, fuente de calcio, rico en vitaminas, alto valor nutricional, estimula el sistema inmunológico, favorece la eliminación de toxinas y ayuda a reducir el colesterol; todo en una cápsula o, más bien, en la sucesiva ingestión de varias de ellas. Pero también se ha sabido de quienes han querido emparentar el 'sándwich' con la hamburguesa, dándole a ésta el apelativo de ‘prima hermana’. O de otros, más osados, que han llegado a describir el ‘sándwich’ como padre del 'hot dog' o del ‘perro caliente’, y hasta han llegado a aseverar que puede tratarse de un pariente no lejano de la pizza, sólo que ésta, por su naturaleza, prefirió dejar los alimentos ‘comprimidos’ no escondidos (como en el ´sándwich’) sino a la vista.

 

Pero volviendo a la preparación de nuestro ‘sándwich’ o emparedado, también ha de considerarse el contexto al que usted llevará su 'sándwich'. Porque es muy distinto un ‘sándwich’ preparado para compartir con amigos o con la familia, en –tal vez– una salida al campo, a –por ejemplo– un ‘sándwich’ que será destinado a ponerse en venta y que caerá en manos del mejor postor. O un ‘sándwich’ que será sólo para usted (y de pronto, su pareja), destinado a ayudarle a matar el aburrimiento y las exacerbadas ganas por no querer cocinar, mientras se deleita –quizás– con una entretenida película en casa.

 

Hasta aquí, afianzados en este entendimiento, ya todo lo demás resultará anecdótico: que las lonchas o rebanadas de queso (mozzarella o provolone, o el de su preferencia); que el jamón, la mortadela, el pavo, el atún, el proscuitto o las sardinas; que los pepinillos, la lechuga, las aceitunas (verdes o negras), el tomate o la cebolla (de preferencia roja); que la mayonesa, la mostaza o la salsa a base de yogur griego; incluso, las rebanadas de huevo cocido y hasta el palillo que promete va a sujetar todo el conjunto de esta maravilla de la creación culinaria denominada ‘sándwich’, será algo anecdótico.

 

Es importante, también, definir si su ‘sándwich’ o emparedado es un hecho circunstancial (algo así como un mero antojo o un ‘snack’ entre comidas) o una comida principal. Porque de ser un mero antojo, éste puede solucionarse con dos rebanadas de pan tostado (untadas con un poco de mantequilla), jamón y queso fundido, pasadas por una sartén o una plancha sanduchera. Se suele acompañar con alguna bebida; pero lo más circunstancial aquí es que tras tres o máximo cinco mordidas, ya no quedarán vestigios de lo que era su ‘sándwich’.

 

Vale anotar que hay que tener un especial cuidado con el pan. Porque no ha de ser lo mismo un pan de molde de mala calidad, que se deshace al contacto con los ingredientes, que no ofrece una buena apariencia ni un buen sabor, que tiene una textura como de caucho, que un buen pan, ojalá artesanal, de granos, consistente, esponjoso y con cuerpo. El cuerpo siempre hace la gracia.

 

Y para terminar, algo que no está de más: evalúe bien el tamaño de su mordida. No vaya a dejar su ‘sándwich’ más grande de lo que pueda morder. De ser así, es muy posible que pierda una buena porción de los ingredientes en la primera mordida.

 

Y si hay algo verdaderamente relevante a la hora de preparar un ‘sándwich’, según los expertos y los conocedores del tema, esto apunta a dos aspectos: uno, utilizar ingredientes de calidad; y dos, el cariño que se le ponga a la preparación. Lo demás, es ya cuestión de apetito.

 

 


 

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