Instrucciones para cazar ‘husters’

 


De entrada, vale advertir que los ‘husters’ son huidizos; no gustan de la gente, son huraños. Quienes los han visto, así mismo, afirman que son pequeños, amorfos, desprovistos de cualquier rasgo particular que facilite su descripción. Esto los ha llevado a refugiarse en sitios apartados. Muchos viven agazapados en lugares oscuros y se sienten muy a gusto en los rincones de las casas, de los locales, de cualquier tipo de construcción; allí donde haya penumbra. No son fáciles de ver a simple vista; saben camuflarse para pasar desapercibidos y de esta forma permanecer atentos al momento oportuno para infligir su ataque.

 

¿Qué implicaciones tiene el que te ataque un ‘huster’? Muchas; pero dentro de las más conocidas están aquellas donde la víctima comienza a hacer planes: planes para la compra de una nueva vivienda, de un nuevo vehículo; planes para irse de vacaciones a un lugar remoto y encantado. Siempre que ataca un ‘huster’, la víctima comienza a hacer planes. Se sabe que tras el repentino ataque de un ‘huster’, una víctima no sólo hizo planes sino que fue hasta donde su jefe, al que consideraba déspota, y con una amplia sonrisa en el rostro, renunció a su trabajo, al que consideraba que no le satisfacía.

 

Y es que un ‘huster’ es eso, la burda inspiración para hacer aquellas cosas que el común de los seres humanos, en sus cinco sentidos, nunca haría. Las ideas y los sucesos más aparatosos y desproporcionados casi siempre han llegado tras el ataque de un ‘huster’: el deseo por estudiar aquella profesión que a tu familia no convencía, pero que hoy es –para ti– la que no sólo te entrega satisfacciones y reconocimiento, sino alegrías; la escritura de aquella novela que a nadie se le había ocurrido, y que por lo mismo varias editoriales tildaron de ridícula y absurda, pero que terminó siendo un éxito en ventas; la construcción de un enorme parque de atracciones, con personajes de caricatura, que muchos vetaron en sus comienzos, pero que ahora atrae a visitantes de todo el mundo, en especial: a niños en multitudes; y así, un sinnúmero de ideas, deseos, planes, procesos y proyectos que bien puede decirse comenzaron tras el ataque de un ‘huster’.

 

Es por esta razón que más de uno no sólo se identifica con los ‘husters’ y reconoce –muy en el fondo– su benevolencia, sino que además quisiera ser atacado por un ‘huster’. Pero los ‘husters’ no simplemente atacan porque sí y mucho menos a todo aquel que se los va solicitando de buenas a primeras. Los ‘husters’, ante todo, tienen olfato; un olfato muy refinado. Saben quién tiene el poder y la fuerza para responder asertivamente a su ataque. Esto demuestra, inicialmente, que quien quiera ser atacado por un ‘huster’ debe demostrar valentía.

 

El asunto es que muchas veces por más valentía que acopies, se hace completamente imposible toparse con un ‘huster’. Y es aquí, en este punto, donde tienes que salir de casería.

 

Cazar un ‘huster’ no es, propiamente, una tarea fácil. Requiere de tiempo, y de la actitud correcta. Puesto así, en términos de tiempo y de la actitud correcta, es muy probable que cuentes con la suerte de cazar un ‘huster’.

 

Para empezar, y al margen de todo cliché, debes considerar el estar muy atento a tus ‘ruidos internos’. Para afianzar esta conexión, frecuentar las caminatas o las salidas al campo es lo más recomendable; allí donde la vegetación sea exuberante, donde el sonido del agua de algún riachuelo pegando contra las piedras y el canto de los pájaros sea el orden del día. Pero si la salida al campo llegara a dificultarse por alguna razón: entra en tu habitación y, a puerta cerrada, dale algo de penumbra, coloca un poco de música muy suave, relajada (la música es algo que a los ‘husters’ les encanta), apaga tu teléfono, desconéctate de todo tipo de medio electrónico, y si te es posible enciende una vela; saca un lápiz y una libreta de notas, y actúa como si estuvieras disperso, tal vez distraído; y fuera de todo juicio racional (es decir, ajeno a todo cuestionamiento), muéstrate dispuesto a tomar nota de todo aquello que vaya llegando. Muy pronto, un ‘huster’ morderá el anzuelo.

  

 



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